Darío Lopilato emocionado al compartir su vínculo con Dios: “Es un estilo de vida”
El reconocido artista, durante su aparición como invitado en el show de Mirtha Legrand, compartió su hábito diario de leer la Biblia. ¿Qué crees que busca encontrar en sus lecturas diarias?
Tl;dr
- Darío Lopilato habla de su conexión con Dios en un programa de televisión.
- El actor se considera a sí mismo un cristiano evangélico, no romano.
- Lopilato utiliza la oración como una forma de vida, no como una religión.
- La presentadora Mirtha Legrand le hizo una pregunta incómoda sobre su obra.
El actor Darío Lopilato y su fe
El conocido actor Darío Lopilato sorprendió a todos con sus declaraciones en el programa de Mirtha Legrand. El actor habló abiertamente sobre su conexión con Dios y su fe, mostrándose como un fervoroso cristiano evangélico. “Soy cristiano católico apostólico pero no romano, soy evangélico y mi familia también”, afirmó.
Su fe, una forma de vida
Lopilato describió su fe como una forma de vida, más que una religión. “En mi casa siempre oramos, con mi vieja lo hacemos todos los días. Leo la palabra de Dios, la Biblia, me congrego en la Iglesia”, explicó. Asimismo, enfatizó que la oración es su refugio en tiempos difíciles, “Cuando uno está mal, me sirve orar. Está bien ir al psicólogo y tener terapias. Pero a mí me sirve estar en la Iglesia y tener mis momentos a solas con Dios”, destacó.
Un ritual antes de actuar
El actor también compartió su ritual antes de actuar en su espectáculo. Sus compañeros le ven bendiciendo el teatro y orando de rodillas antes de cada representación. “No tengo cábalas pero sí este momento a solas con Dios”, aseguró.
La pregunta incómoda de Mirtha Legrand
Por otra parte, un momento hilarante se vivió cuando Mirtha Legrand hizo una pregunta subida de tono sobre la obra de Lopilato, “Antígona en el baño”. La presentadora quiso saber si Lopilato aparecía desnudo en la obra, a lo que el actor respondió con risas evasivas, pero sin revelar detalles.
Opinión editorial
La fe de Darío Lopilato es un recuerdo oportuno de que cada individuo tiene su propia forma de conectarse con lo sagrado. Su historia refuerza la idea de que la espiritualidad es personal e intransferible, y ofrece una visión fascinante de cómo la fe puede ser una fuente de fuerza y consuelo en la vida diaria.