Kirchnerismo: Un peligro latente para el Papa y la Iglesia Católica
La historia está llena de ejemplos donde la proximidad con el poder político ha dañado la imagen de una institución ante la sociedad y sus seguidores, incluso cuando se le han atribuido simpatías partidistas sin justificación. ¿Podría repetirse este patrón?
Tl;dr
- El Papa Francisco y la Iglesia evitan la política partidaria.
- La partidización puede ser perjudicial para la religión.
- Sin embargo, algunos sacerdotes muestran simpatías partidarias.
- La Iglesia debe mantener su autonomía ante los gobiernos.
La política y la Iglesia: una relación delicada
El Papa Francisco ha insistido en numerosas ocasiones en que la Iglesia no debe inmiscuirse en la política partidaria. Pero, ¿qué significa realmente este enunciado? ¿Y cómo se manifiesta en la realidad diaria de los sacerdotes y de la institución eclesiástica en general?
La neutralidad necesaria
En la esencia del discurso del Papa, la política se percibe como una búsqueda del bien común. Sin embargo, “Lo que no hago, ni debe hacer la Iglesia, es política partidaria”, aclara. Esto se debe a que el sacerdote, como pastor de la comunidad, debe ser un puente de unión y no un agente de división. La partidización puede ser perjudicial para su misión religiosa y, por extensión, para la religión misma.
Esto no significa que los sacerdotes no puedan tener inclinaciones políticas personales. Después de todo, son humanos. Sin embargo, estas simpatías no deben influir en su labor religiosa, ni mucho menos en el nivel institucional. La Iglesia debe preservar su autonomía ante los gobiernos y los poderosos.
Las tentaciones de la partidización
A pesar de estos ideales, la historia ha demostrado que la tentación de la partidización puede ser fuerte. En Argentina, por ejemplo, hubo clérigos que se sintieron atraídos por el peronismo, ya que veían una similitud con los postulados de la Doctrina Social de la Iglesia. En la actualidad, la polarización política ha generado divisiones en la sociedad, con un pequeño sector del clero abiertamente kirchnerista y otro con dificultades para ocultar su simpatía por el peronismo.
Estas tensiones se han traducido en incidentes que han dañado la imagen de neutralidad de la Iglesia. Desde la interpretación de ciertas acciones como guiños al peronismo hasta la viralización de imágenes de misas con consignas políticas, la Iglesia ha tenido que aclarar y defender su posición de imparcialidad.
Opinión editorial
En definitiva, la Iglesia debe caminar sobre una cuerda floja. Por un lado, busca el bien común, que es innegablemente una dimensión política. Por otro lado, debe evitar la partidización que divide y perjudica la misión religiosa. Sin embargo, es fundamental recordar que, en este equilibrio, no basta con ser neutral, también hay que parecerlo. La percepción de partidización, real o aparente, es un veneno para la religión. Todo esto demuestra que la relación entre política e Iglesia es una danza delicada y compleja que requiere una gestión cuidadosa y considerada.